Sunday, August 23, 2020

Dar VIDA.

Entendí que no todos estamos llamados a la misma vocación… y no es que haya yo perdido la fe, más bien la encontré. La encontré en la paz de entender que los planes que tiene Dios sobre mi vida, son más grandes de lo que mi mente alcanza a construir o idear. 

Ha sido un camino complejo, diferente… en ocasiones doloroso, confuso y desconcertante. Pero hace poco platicando con una amiga, simplemente lo entendí. Como mujer, como persona, como esposa y profesional estoy llamada a DAR VIDA. Así, con mayúsculas: DAR VIDA… pero uno no sabe la forma en la que le tocará dar vida. Algunos tienen hijos, otros se vuelcan en sus trabajos, otros crean asociaciones y algunos más simplemente intentan dar vida en su día a día, a través de cada uno de sus actos.

Estos últimos meses, a mí me tocó darle vida a mi padre… supe que estaba su vida en mis manos cuando me tocó buscar avión para traerlo aquí… luego a través de la toma de decisiones con los médicos para darle más posibilidades de vivir y finalmente al verlo recuperarse, pudiendo ya caminar, comer y pensar claramente. Ha sido un “dar a luz” desde mi trinchera. A través de mi papá y al platicar con familias, amigos o completos desconocidos, sobre cómo enfrentar el COVID-19 e ir acompañando a algún familiar enfermo, he sentido cómo he podido dar vida, luz o alivio (aunque sea poquito) y no podría estar más agradecida con Dios por ese regalo. Le pedía a Dios ser madre, le pedía poder traer un hijo al mundo y ciega a las necesidades del mundo, me dio la lección más grande… hay mucha vida por cuidar AQUÍ y AHORA, en nuestro mundo lastimado y lleno de corazones tristes o preocupados.  

Yo no sé si podré ser madre biológica algún día… las estadísticas nos dicen que no y lo entiendo. Por eso, AGRADEZCO a Dios la bendición que me ha dado estos meses de pandemia, a través de este proceso con mi papá y el COVID-19, de ENTENDER, REFLEXIONAR y ACEPTAR que dar vida va más allá, MUCHO MÁS ALLÁ de ser madre. 

Es tiempo de confiar en que Dios nos pone en donde tenemos que estar y ser dóciles a sus planes. Tenemos que tener un corazón CONTENTO (aunque esto no implica ausencia de dolor) porque su fidelidad es infinita y NO nos abandona.

En el entendimiento y la aceptación de nuestro aquí y nuestro ahora, está la paz… 

Tal vez no seré madre nunca, pero eso JAMÁS limitará mis GANAS de DAR VIDA. Hoy entiendo el llamado. Tomaré mi cruz CON AMOR y lo seguiré.


¡Es tiempo de lanzar las redes!