Monday, December 26, 2016

Soy libre, siempre lo fui.


Uno escribe cuando el corazón grita.

El 26 de Noviembre peregriné al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, con el corazón ávido de un solo deseo. Con lágrimas en los ojos, en cada paso dado, le pedí a la virgen intercediera por ese deseo, por esa sola cosa que en los últimos 2 años le he pedido a Dios.

El mundo está lleno de cosas que realmente importan, gente con hambre, vidas lastimadas por la guerra, el dolor, la enfermedad… yo sé que mi vida es bendecida y que no soy digna de pedir nada más, yo lo sé. Aun así en mi corazón, durante los silencios de la noche y en la espera de estos años, yo le confiaba a Dios ese deseo profundo. Le pedía perdón por pedir tal banalidad, le agradecía tantas bendiciones y aun sabiendo que lo que pedía no era importante para este mundo, le confiaba mi más grande anhelo.

Hay errores que nos acompañan toda la vida, errores que nos marcan el corazón y que incluso cambian nuestro rumbo en la tierra. Mi error me cambió la vida, de no haber hecho lo que hice, de no haber elegido el camino que elegí, hoy no sería quién soy y no estaría aquí. Estaba dormida y desperté.  

Hay dolores que los traen las pérdidas de seres queridos, hay dolores que los traen las injusticias del mundo, la guerra, la enfermedad… y hay dolores que son de uno, que uno mismo se da. Ese dolor que viene de dentro, porque tú mismo lo infringiste, ese dolor es profundo… es tuyo, sólo tuyo y de nadie más. Cuando cierras los ojos y te preguntas por qué… cuando en tus silencios te reprochas… cuando aún en tu mejor día brotan lágrimas de arrepentimiento, culpa… ese dolor es de uno.

El 8 de Diciembre es el día de la Inmaculada Concepción, el día de su cumpleaños y un año exacto de que se inició el año de la misericordia. Ese día recibí la llamada que esperaba desde Noviembre del 2014.

…“eres una buena mujer y mereces ser feliz”, dijo con voz amorosa... y como hablándole a mi corazón y a ese dolor que no se había ido en años, finalizó: “quédate tranquila”.  

Dios es misericordioso y conoce nuestros corazones… no importa que tan pequeños seamos, que tan pequeño sea el deseo de nuestro ser, Él escucha nuestra voz.

Soy libre, siempre lo fui…