Wednesday, March 11, 2015

Lluvias aisladas

En un mundo paralelo mi vida fue color de rosa y yo no conocí el dolor, el desamor, ni la decepción. En un mundo paralelo, yo jamás cometí errores y todas mis decisiones fueron acertadas, bien pensadas y bien evaluadas. En un mundo paralelo, mi comportamiento siempre siguió todos los protocolos  sociales, religiosos, amistosos, amorosos y más… en un mundo paralelo yo fui perfecta y permanecí intacta ante las tentaciones, la maldad, la codicia y otros. Pero no me tocó vivir una vida así, ese mundo paralelo no existió ni existirá para mí.  A mí me tocó una vida bendecida con altos y bajos, con amor y desamor, con estabilidad y crisis de todos tipos, con errores y aciertos. A mí, como a muchos, me tocó aprender a bailar en medio de tormentas (que para otros pudieran ser brisa suave) y por eso estoy agradecida… no sería ni la mitad de lo que soy sin esas tormentas, chubascos o huracanes.

Dicen que crianza es destino, pero a mí me gusta pensar que cada uno es responsable de sus propios actos… Tengo la certeza de que mis padres hicieron lo mejor que pudieron con lo que tuvieron y las estupideces que llegué a cometer en el pasado fueron sólo mías y en cierta medida, considero que cada error, cada punto bajo de mi vida me ayudó a abrir los ojos, me hizo crecer y me ayudó a amar la vida y Sus regalos de una manera más pura y genuina.

Hoy experimenté una lluvia aislada (no llegó ni a chubasco, pero como quiera cuenta)… fue de esas en las que aprendí a bailar, sin embargo, a mis 28 a pesar de lo experta que me puedo considerar en estos ambientes, tuve una mini crisis. Y es que, de vez en mes quiero que se acuerden que dentro de mí hay un ser frágil  e indefenso. Aunque por fuera puedo parecer fuerte y segura, como todos, tengo un punto vulnerable al  cuál algunos tienen acceso directo. Cuando se mete el dolor por ese huequito, activo mis estrategias y saco todas las máscaras de entereza y fortaleza que puedan existir, al fin que para eso soy un adulto ¿no? Pero hoy confieso que a veces quisiera poder romper a llorar y reclamar ¿por qué tenía que ser así? ¿No ven que en mi corazón sigo siendo una niña, buscando ser amada y reafirmada?... pero justo cuando el drama está tocando la puerta y mi lado oscuro quiere hacer de la lluvia aislada un huracán, recuerdo que soy más que eso. Lo bueno de mi vida, los aprendizajes, la paz del corazón, el amor, las bendiciones, las aventuras de vida y más, son mucho más que cualquier cosa negativa que pasa por mi camino… entonces, suavemente dejo que se desvanezcan esos momentos de crisis o fragilidad. Los pienso, los organizo en mi mente como un diagrama de flujo o un esquema de causa raíz y poco a poco, dejo ir el dolor, la vulnerabilidad, el temor o la duda.
Hay momentos que llegan destruyendo todo a su paso, derrumbando la esperanza y desestabilizando la fe… pero, como hemos aprendido en la vida, está en nuestras manos dejar que sean sólo eso: momentos, no realidades permanentes. La verdad es que, hay ciertas tormentas en las que no vale la pena quedarse. Como una vez me dijo mi psicólogo “ésta es una de esas situaciones en las que si te caíste: te levantas, sacudes el polvo de tus rodillas y tu ropa, y sigues adelante”.

No hay que abrazarnos a los momentos cargados con negatividad o emocionalidades desagradables… esos momentos hay que verlos llegar, observarlos, desmenuzarlos, organizarlos de la mejor manera que podamos, estudiarlos detenidamente y luego, suave y amorosamente déjalos ir…  hay que buscar, a toda costa, regresar a la paz del corazón.

Focus on the good.