Ha sido un mes interesante, un mes de recibir muchos NO, de
pocas probabilidades y de incertidumbre; pero en el mejor estilo de Dios,
también ha sido un mes de muchas gratificaciones, de mucho amor, de tiempo disfrutado,
de tiempo bien invertido y de puertas que se abren, aún sin mostrar un rumbo
fijo, pero que se abren y dan esperanza.
No me termino de acostumbrar al NO de la vida, al NO de Dios… intento
asimilarlo, con la mucha o poca fe que pueda llegar a tener, pero resulta
siempre difícil.
No es el momento.
No es tu tiempo.
No pudiste.
No lo lograste.
No va por ahí tu camino.
De pronto llegan nuevos tiempos, con sus voces, con sus
ritmos y nos toca adaptarnos. Y cada NO implica un duelo que tienes que hacer
rápido porque no hay tiempo, porque la vida sigue y porque no te puedes detener.
Unas horas de llanto, de silencio, de duda, de reflexión y ya está… hay que
seguir, no hay tiempo para más y aunque lo haya, tampoco lo quieres desperdiciar
estando en el piso tirada llorando. Y corres, le sigues, porque nos enseñaron a
enfrentar la vida, con todo y todo. Y te sientes cansada, golpeada, frustrada,
decepcionada, como cuando te caes corriendo y te raspas las manos, las
rodillas, estas llena de tierra y despeinada; pero no te puedes detener, porque
tienes que llegar al final, aunque ese final no sepas cuál es… sólo sabes que
hay más camino que recorrer y te sacudes las manos, las ropas, las rodillas,
haces unos estiramientos para asegurar que no haya lesiones mayores y vuelves a
correr… con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas... para
volver a dejarlo todo en la pista. Aunque no sabes a donde te llevará el
destino, aunque no puedes ver la señal de meta, aunque no sabes si habrá una
meta que cruzar. Pero corres, porque es lo que sabes hacer y no
vas a dejar ni una gota de esfuerzo en la reserva… ya estás ahí y hay que darlo
todo.
Yo creo que así es la vida, toda ella, con muchos NO, con
muchos SI y con momentos de incertidumbre. Creo que las situaciones difíciles
sólo intensifican los matices propios del vivir y pues de pronto eso es un
regalo, porque vives más, porque vives intensamente, porque ya no te la cuentan
y al menos puedes decir que ESTAS VIVIENDO.
Gracias por los NO, me están haciendo más fuerte. Gracias por
los SI, me han dado esperanza.