El año
pasado, en varias ocasiones me dije a mí misma que no podría volver a amar, que
no estaba hecha para eso y que muy seguramente no estaba llamada a la vida de
pareja… esta idea no me mataba, porque afortunadamente, ya era muy feliz
cuando caí en la cuenta de que estar sin
pareja podía ser una posibilidad de vida.
Dicho esto,
la vida, Dios y sus planes son indescifrables y justo cuando más en paz estaba
con la idea de estar conmigo misma, llego él… de la forma más inesperada y
menos planeada. Un día de noviembre y luego de 10 años sin vernos, justo al
acercarme a esa mesa él estaba ahí, perfecto, resplandeciente, tal como lo
recordaba… con su luz intacta y más atractivo que nunca. Durante esa noche, yo jugaba
en mi mente con los posibles motivos de esa coincidencia, pero no le di mayor
importancia. Semanas después, perdí la cuenta de los mensajes enviados y de las
llamadas sorpresivas recibidas. Meses después entré en la zona del amor sin mayor
reparo y con gusto lo digo: estoy enamorada.
8 de
Diciembre, la locura más grande… ir a su festejo de cumpleaños, sin haberlo
visto después del encuentro fortuito en esa boda. Me invitó a su cena de
cumpleaños a las 8:30 pm, y aunque parecía una locura ir al festejo de alguien
con quién no había convivido en años, yo fui... imposible negarme a esa invitación,
¿qué podía salir mal? Confieso que dudé 20 veces si ir sería una buena idea,
hoy confirmo que sí lo fue. Se construyó un bello puente ese día… él en un
lado, yo en el otro, pero al fin con un camino trazado de por medio… el mundo
de las posibilidades.
10 de
Diciembre, nos vimos para platicar. Lo importante de este evento es que YO lo
invité a él jaja pero he de decir que fue una buena idea, porque whats app
jamás ha sido un buen medio de comunicación. En persona pudimos hacernos tres
mil preguntas y detallar el pasado… ciertamente 3 horas no fueron suficientes
para explicar lo acontecido en 10 años, pero al menos ya teníamos la certeza de
que no éramos asesinos en serie, ni estábamos locos (bueno, tal vez un poco pero
¡qué importa!). Me fui a mi casa sin saber si le había “gustado” lo que había
visto y escuchado de mi… Nerviosa y preguntándome si volvería a llamar, decidí
agradecerle a la vida por esa noche. Para mí, ya el hecho de haber estado ahí
con él ese día, había sido suficientemente especial… así que, lo que viniera
después sería más como un regalo.
12 de
Diciembre, fuimos a bailar y cupido hizo de las suyas. Llegamos al bar. Yo
sabía que él bailaba increíble, así que me puse mis mejores
tacones, ropa cómoda pero sin perder el glamour (el poco que puedo o no tener
jaja) y me vestí con la mejor de las actitudes. Empezó la música de salsa y me invitó a
bailar… ¿qué puedo decir? iba apenas una canción y ¡yo ya me estaba
enamorando! Tenía que venir el reggaetón, quería demostrarle que yo también
tengo mis talentos de baile. ¡No viví en Puerto Rico en vano! Bendita noche.
Bailamos salsa, reggaetón, cumbia, ranchera, texana, mariachi, de todo. Nos
bastó una noche para atravesar el puente que se había construido días atrás y
con ello, abrir las puertas de nuestro corazón. Nos bastaron 5 horas para
sentir que podía haber algo más. Ese día nos despedimos sabiendo que cupido había
flechado nuestros corazones… aún no sabíamos qué pasaría, pero ese día fue
especial, ese día yo comencé a enamorarme.
Empezamos a
vernos cada que podíamos… no había forma de detener las ganas de seguir
descubriéndonos. Pasamos la mañana del 25 de Diciembre juntos… intercambiamos
regalos, abrazos y el más profundo deseo de que el amor siguiera creciendo en
nuestros corazones.
El destino
no nos defraudó. A 3 meses de haber iniciado esta aventura, seguimos agradeciendo
las coincidencias, los regalos del destino y Sus planes. No conocemos el
futuro, pero el pasado que ya compartimos y el hermoso presente que vivimos,
son en sí una gran bendición.
Luego de múltiples
errores, fracasos y decepciones, quiero decir que entrar en el amor, pareciera
ser el acto más estúpido y suicida que alguien pueda cometer… pero a mí me
gusta pensar que es cuestión de coraje, valor y sobre todo, de fe. He trabajado
los últimos años de mi vida en entender qué he hecho mal, en qué he fallado y
pienso que cada día es una oportunidad para hacer las cosas diferentes y para
hacerlas mejor. Cada día que él se despide con un beso, con un te quiero o un
te amo, mi corazón experimenta alegría y miedo. Alegría porque no hay nada
mejor que estar a su lado, y miedo porque cada día que pasa el amor crece,
junto con las posibilidades de que mi corazón se rompa en mil pedazos… pero
cuando esto pasa, cuando me abrazan los miedos, les pido que guarden silencio por
unos instantes y entonces, uno a uno enlisto los aprendizajes que me han dejado
las experiencias del pasado; conforme los voy enlistando, repaso mis cambios y
reafirmo que esta vez soy diferente, soy mejor. Cuando mis miedos están en
silencio, recuerdo que no voy sola, Dios me lleva de su mano. Considero que el
miedo es normal, porque me siento vulnerable, pero para mí lo más importante es
reconocer cuál es la fuente del miedo y entonces, confiar en que el amor de
pareja, la guía de Dios y el trabajo personal de años, esta vez harán la diferencia.
"Ama
sin medida, sin límite, sin complejo, sin permiso, sin coraje, sin consejo, sin
duda, sin precio, sin cura, sin nada. No tengas miedo de amar..." Chavela
Vargas.